En el dinámico cruce entre creatividad e innovación sustentable, una tendencia emergente ha captado la atención de los apasionados por el diseño de interiores. Se trata de un proyecto DIY (hazlo tú mismo) que combina un bote de caramelos reutilizado con un portarrollos de Ikea para crear lámparas de estilo moderno. Estas piezas no solo cumplen su función de iluminado, sino que también se convierten en el centro de las conversaciones en cualquier habitación que decoren.
El concepto ha ganado popularidad en las redes sociales y en foros especializados en decoración, motivando a muchos a dar una segunda vida a los botes de golosinas de plástico, que comúnmente se desechan. Gracias a este enfoque creativo, estos envases se reconvierten en elementos de diseño accesibles y auténticos, ideales para aquellos que buscan dar un toque personal a sus espacios.
El procedimiento es bastante sencillo. Para comenzar, se vacía y limpia el bote cuidadosamente. Luego, se le añaden soportes disponibles en Ikea, como un portarrollos que facilita la instalación de la bombilla y el cableado. La combinación de estos materiales genera una lámpara única, perfecta para iluminar escritorios, rincones de lectura o para convertirse en la pieza central de un salón.
Lo que hace a este proyecto particularmente atractivo es su versatilidad. Cada persona puede personalizar su lámpara eligiendo diferentes colores, texturas y tamaños. Algunos incluso optan por decorar el interior del bote con luces LED, logrando un efecto vibrante y festivo que transforma cualquier entorno.
La difusión explotó en las plataformas digitales, donde usuarios comparten imágenes y guías paso a paso, estimulando a muchos a explorar su vena artística. Los comentarios han sido abrumadoramente positivos, alabando tanto la simplicidad de la creación como su impactante estética visual. «Nunca vislumbré que un bote de chuches pudiera transformarse en algo tan hermoso y funcional», comenta una usuaria en Instagram, acompañando su testimonio con varias fotografías de su proceso.
Este fenómeno no solo impulsa la creatividad, sino que también fomenta el reciclaje y la sostenibilidad en el diseño. En una época donde la conciencia ambiental es crucial, proyectos como este ofrecen una opción divertida y asequible para participar en la construcción de un mundo más ecológico.
Así, la combinación de simples elementos cotidianos se ha convertido en un artefacto deseado, avivando la curiosidad de amigos e invitados. Una lámpara fabricada con un bote de golosinas y un portarrollos de Ikea no solo irradia luz, sino que también enciende el diálogo sobre creatividad, reciclaje y el aprecio por lo artesanal.

