En el pintoresco pueblo de San Vicente, una antigua vivienda ha resurgido tras una cuidadosa reforma que equilibra modernidad y conservación del patrimonio. Esta casa del siglo XIX, ejemplo único de arquitectura, estuvo al borde de la demolición debido a su deterioro. Sin embargo, un grupo de arquitectos locales intervino con respeto, integrando elementos contemporáneos sin perder su esencia histórica.
Este ejercicio de diseño ha transformado el espacio, respetando el estilo original. Las viejas vigas de madera han sido restauradas, y se han instalado ventanales que inundan de luz natural el interior, creando un ambiente acogedor. Los nuevos dueños, una joven familia, están encantados con la preservación de la historia del hogar.
Uno de los elementos más destacados es la moderna cocina que, equipada con tecnología de vanguardia, mantiene el encanto rústico gracias a los azulejos antiguos. Esta combinación ofrece un espacio funcional y estéticamente armonioso, uniendo tradición y modernidad.
El jardín, antes descuidado, ahora es un refugio verde con plantas autóctonas que embellecen el entorno y requieren poco mantenimiento. La pérgola de madera y la mesa de comedor han convertido este espacio en el corazón del hogar, un lugar para crear nuevos recuerdos familiares.
El proyecto ha sido acogido con entusiasmo por los vecinos y las autoridades locales, quienes lo consideran un modelo a seguir para futuras reformas en áreas rurales. Esta casa, que estuvo a punto de caer en el olvido, ahora resplandece con vida renovada. La historia de la vivienda, y del pueblo, continúa viva, reinventándose mientras preserva sus raíces ancestrales.
