Este martes, Toledo ha sido el escenario de la inauguración de las Jornadas de delegados diocesanos de Pastoral de la Carretera. Este encuentro tiene como propósito brindar apoyo a quienes han sufrido la pérdida de un ser querido en accidente de tráfico, así como a aquellos que, ya sea por su trabajo o por obligación, enfrentan esta dura realidad a diario.
En la apertura del evento, estuvieron presentes el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves; el presidente del departamento de Pastoral de la Carretera de la Conferencia Episcopal, Atilano Rodríguez; y el director del departamento, José Aumente, entre otros. Durante las jornadas, se contará con la participación de representantes de diversas áreas relacionadas con la seguridad vial y tráfico, como la Dirección General de Tráfico (DGT), la Guardia Civil y la Policía, quienes compartirán sus experiencias para complementar la labor de la Iglesia en la «evangelización de las víctimas del tráfico».
Cerro Chaves subrayó la importancia de este evento, que se celebra por primera vez en Toledo, destacando que representa una valiosa oportunidad para fortalecer el apostolado en esta área. Resaltó que la Iglesia ofrece un apoyo integral, desde la «acogida a cualquier problema» hasta el acompañamiento en momentos de duelo, especialmente en los casos de pérdidas ocurridas en la carretera.
Atilano Rodríguez, por su parte, hizo hincapié en que muchas personas que sufren la pérdida de seres queridos necesitan un «asidero» y esperanza para sobrellevar estas situaciones difíciles.
La Pastoral de la Carretera fue fundada en 1962 y, cinco años más tarde, fue adoptada por la Conferencia Episcopal, comenzando su actividad formal en 1968, lo que la convierte en una institución con más de cinco décadas de trayectoria. Entre las actividades destacadas se incluye la jornada ‘Enjugar las Lágrimas’, que se lleva a cabo en mayo y está dirigida a quienes han sufrido un grave accidente o la pérdida de un ser querido. Además, en julio se celebrará otra jornada dedicada a la responsabilidad en el tráfico, coincidiendo con la festividad de San Cristóbal, patrón de los conductores, junto a la Virgen de la Prudencia.
Por último, cada tercer domingo de noviembre se realizará una eucaristía en memoria de los que han fallecido en accidentes de tráfico, con el objetivo de mantener viva su memoria y recordar que la Iglesia los tiene «muy presentes».
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