El otoño, con su característica transición de colores cálidos, se presenta como una oportunidad dorada para quienes disfrutan de la jardinería. Esta estación permite enriquecer los espacios exteriores con flores que, además de resistir temperaturas más frías, añaden vivacidad y encanto al entorno.
Entre las flores más destacadas del otoño se encuentra el crisantemo, conocido por su variedad de colores y formas. Estas flores, resistentes al frío, son perfectas para mantener el esplendor del jardín durante varios meses, ya sea plantadas en macetas o directamente en el suelo.
Las asters, con sus tonos morados y rosas, aportan un toque especial a cualquier espacio. Además, su capacidad para atraer polinizadores como mariposas y abejas las convierte en piezas clave para un jardín lleno de vida.
La gaillardia, comúnmente llamada “copa de fuego”, conquista con sus pétalos en rojo y amarillo. Es una flor resistente a las heladas y de bajo mantenimiento, ideal para quienes desean belleza sin complicaciones.
El senecio, con sus flores amarillas brillantes, ilumina cualquier rincón, proporcionando alegría y color a lo largo del otoño. Por otro lado, las dalias, conocidas por sus grandes y coloridas flores, se consideran una de las joyas de la temporada. Aunque requieren más cuidado, su aporte visual es inigualable.
El cleome, o “spider flower”, destaca por su altura y exotismo, añadiendo verticalidad y originalidad al jardín. Su resistencia climática la hace adecuada para diversas regiones.
Finalmente, las violas y pansies ofrecen un estallido de colores, siendo perfectas para bordes y macetas, creando vibrantes contrastes en los días nublados propios de la estación.
En definitiva, el otoño se transforma en un periodo de enriquecimiento para el jardín. Con la selección adecuada de flores, es posible mantener una atmósfera vibrante y acogedora, invitando a disfrutar de un refugio lleno de vida y serenidad durante toda la temporada.
